No más infecciones respiratorias
Nunca en la historia de la humanidad, el niño, el adolescente y el adulto han sido atacados con tanta vehemencia por las infecciones respiratorias, virales y bacterianas. ¿Qué nos está pasando?
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Nada de esta situación es casualidad; es el reflejo de un medio ambiente cada vez más agresivo y de una alimentación cada vez más precaria, en términos de nutrientes, a la que se ha sometido al niño desde sus primeros meses de vida.
Es realmente penoso que aún algunos profesionales estén pensando que las infecciones respiratorias fortalecen el sistema inmune del niño, cuando en realidad están dañando sus órganos. El niño que sufre de éstas recurrentemente, tiene una mayor incidencia de otitis, sinusitis y broncoespasmos (crisis de asfixia que a menudo son consideradas como crisis de asma).
Estos niños son consumidores habituales de antibióticos, de antihistamínicos, inhaladores y otros medicamentos que pueden ocasionar efectos colaterales.
Algunas investigaciones han demostrado que los niños con broncoespamos repetidos incrementan la posibilidad de asma1, y otras han descubierto que las infecciones respiratorias frecuentes pueden ser una causa prematura de daño arterial o de placas ateroscleróticas2.
Como ven, estimados padres de familia, las infecciones respiratorias recurrentes no parecen tener nada bueno. Los pediatras hemos identificado claramente que los niños que las sufren frecuentemente, son aquellos que están afectados por los siguientes factores:
• Alergia respiratoria y/o alteraciones inmunológicas
• Contaminación ambiental
• Inflamación intestinal
• Inflamación sistémica
• Malnutrición crónica
• Ingreso a jardines y guarderías
Alergia respiratoria
El niño que padece de alergias respiratorias tiene básicamente dos razones por las cuales sufre gripas recurrentes:
• Todo niño alérgico tiene un déficit inmunológico que lo vuelve presa fácil de las infecciones virales y bacterianas. Su corrección es posible solo si se cura la enfermedad alérgica.
• El niño alérgico mantiene la mucosa respiratoria inflamada, hecho que lo hace vulnerable a las infecciones virales y bacterianas.
Contaminación ambiental
Suele suceder que el niño no es alérgico, pero, de un tiempo acá, sin explicación alguna, tiene picazón en la nariz, tose mucho y sufre de infecciones respiratorias frecuentes. Averiguando detalladamente sobre el ambiente del niño, a menudo encontramos una de las siguientes situaciones:
• Duerme con aire acondicionado o ventiladores.
• Su apartamento está siendo remodelado o pintado.
• Su habitación o apartamento está entapetado o alfombrado.
• En el perímetro de su casa hay un edificio en construcción.
• Toma clases de natación (por el cloro de las piscinas)*.
• Vive en una casa o en un primer piso húmedo, mal ventilado y oscuro.
• Vive al frente de una avenida con alto flujo vehicular.
• Vive cerca de una fábrica que emana polución.
Inflamación intestinal
Ya se ha probado que existe una comunicación inmunológica y neuroendocrinológica entre el intestino y el tracto respiratorio, de tal manera que, si el intestino se inflama, las vías respiratorias también lo harán.
Los síntomas de inflamación intestinal suelen pasar desapercibidos por los padres del niño e incluso por el médico, debido a que su presencia no conforma ninguna enfermedad específica. Sin embargo, ninguno de los siguientes síntomas o signos clínicos son normales en un niño a cualquier edad:
• Halitosis (mal aliento).
• Pirosis (agrieras o acidez).
• Reflujo gastroesofágico (o el antecedente de haberlo sufrido).
• “Fatiga” o sensación de hambre en el epigastrio (gastritis).
• Hipo frecuente.
• Eructos frecuentes.
• Inapetencia crónica.
• Flatulencia.
• Fetidez constante de la materia fecal.
• Consistencia muy blanda de las heces, de manera crónica o intermitente.
• Pujo al defecar.
• Heces con moco.
• Defecaciones frecuentes (más de tres al día, después de establecida la alimentación complementaria).
• Heces lientéricas (que elimina en las heces alimentos sin digerir).
• Sensación de llenura fácil o distensión abdominal, “niño barrigón”.
• Estreñimiento crónico.
Estas manifestaciones clínicas han sido para mí una excelente herramienta médica para determinar el estado de salud del intestino de un niño. La inflamación intestinal predispone a recurrentes infecciones respiratorias.
Inflamación sistémica
Inflamación sistémica significa que todo el organismo está inflamado. En mi opinión, su causa principal son los malos hábitos alimenticios en los niños, propiciados por las siguientes costumbres:
1. Exceso de azúcares y de harinas blancas.
2. Exceso de grasa saturada.
3. Exceso de aditivos ingeridos en los alimentos industrialmente preparados.
4. Las llamadas comidas rápidas.
5. Exceso de grasas trans.
El exceso de azúcares y harinas refinadas es causa por sí solo de inflamación sistémica, por ejemplo, cuando a una mujer embarazada se le suministra una sola dosis de azúcar para establecer la tolerancia a la glucosa, los marcadores inflamatorios en la sangre, aumentan.
¿Qué podemos decir entonces de nuestros niños que todos los días en el desayuno comen cereales y bebidas achocolatadas ricas en azúcar?, ¿que a media mañana su lonchera es un pastel, un yogur y una mermelada?, ¿y a media tarde comen una barra de chocolatines, galletas, pasteles, bombones, tortas, y el fin de semana, un helado de dos “bolas”?
Tengamos en cuenta que la inflamación sistémica deprime al sistema inmune y nos hace vulnerables a las infecciones virales y bacterianas.
El exceso de azúcar también puede causar otro fenómeno tan grave como la inflamación sistémica: la glucosilación de las proteínas. El azúcar puede penetrar fácilmente todos los niveles de cualquier tejido corporal, incluso el interior de una célula.
El nivel sanguíneo de azúcar por encima de lo normal desencadena este fenómeno, convirtiendo así las proteínas en estructuras totalmente diferentes a las originales –desde el punto de vista funcional–; entonces, un anticuerpo, que es una proteína, perderá sus facultades contra las infecciones, por ejemplo.
Otro problema común de malos hábitos alimenticios en los niños que induce inflamación sistémica es el consumo de grasas trans. Estas se originan de la hidrogenación de los aceites vegetales en la fabricación de las margarinas y del proceso de freír u hornear los diversos comestibles que la industria alimenticia ofrece o que producimos en nuestros propios hogares.
Algunas margarinas y aceites vegetales al parecer son libres de grasas trans, según lo afirma su etiqueta de ingredientes. Sin embargo, al freír un alimento con cualquier margarina o aceite vegetal de buena calidad, el resultado será siempre un alto contenido de grasas trans. Es la alta temperatura la que altera la estructura normal de la margarina o del aceite.
En el mundo occidental, el promedio en el consumo de grasas trans es del 3% de las calorías al día y el origen principal de estas lo constituyen las margarinas, los productos de panadería, las comidas tipo rápido, los comestibles empaquetados y las galletas3.
Ahora, muchos de nuestros hijos no consumen un solo comestible rico en grasas trans, sino varios al día y todos los días. Haciendo parte de su desayuno, podemos tener un buñuelo, un croissant, granolas y cereales empacados (siempre que en su preparación previa hayan sido horneados)
Luego, en la lonchera de media mañana, un pastel de pollo, galletas o croquetas; en el almuerzo, patacones (plátano frito); a media tarde, “papitas fritas” o un paquete de “platanitos” o torta; y, en la noche, un sándwich con margarina.
Para que los padres de familia sepan exactamente el daño que estas grasas pueden causar, el consumo del 8% de las calorías del día en grasas trans, durante cinco semanas, fue suficiente para elevar los marcadores de inflamación sistémica en la sangre de las personas estudiadas (adultos)4.
Como ven, estimados lectores, si un niño sufre una o varias de las situaciones clínicas que facilitan o predisponen a las infecciones respiratorias recurrentes no puede ser beneficiado por ningún medicamento, por excelente que sea. Los mejores tratamientos médicos (ortodoxos o alternativos) están supeditados siempre al restablecimiento del organismo, primero que todo.
* No todos los niños toleran mal el cloro de las piscinas; generalmente el que lo hace es el niño con rinitis alérgica activa.
Referencias
1. National Asthma Education and Prevention Program. Expert Panel Report 3: guidelines for the Diagnosis and Management of Asthma. Full Report 2007. Bethesda, MD: National Institutes of Health, National Heart, Lung, and Blood Institute; 2007.
2. Prasad A, Zhu J, Halcox JP, Waclawiw MA, Epstein SE, Quyyumi AA. Predisposition to atherosclerosis by infections: role of endothelial dysfunction. Circulation 2002;106(2):184-90.
3. Mozaffarian D, Katan MB, Ascherio A, Stampfer MJ, Willett WC. Trans fatty acids and cardiovascular disease. N Engl J Med 2006;354(15):1601-13.
4. Baer DJ, Judd JT, Clevidence BA, Tracy RP. Dietary fatty acids affect plasma markers of inflammation in healthy men fed controlled diets: a randomized crossover study. Am J Clin Nutr 2004;79(6):969-73.
5. Aukrust P, Müller F, Ueland T, Svardal AM, Berge RK, Froland SS. Decreased vitamin A levels in common variable immunodeficiency: vitamin A supplementation in vivo enhances immunoglobulin production and downregulates inflammatory responses. Euro J Clin Invest 2000;30(3):252-9.
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7. Stephensen CB, Blount SR, Schoeb TR, Park JY. Vitamin A deficiency impairs some aspects of the host response to influenza A virus infection in BALB/c mice. J Nutr 1993;123(5):823-33.
8. Wintergerst ES, Maggini S, Hornig DH. Contribution of selected vitamins and trace elements to immune function. Ann Nutr Metab 2007;51(4):301-23.
9. Sasazuki S, Sasaki S, Tsubono Y, Okubo S, Hayashi M, Tsugane S. Effect of vitamin C on common cold: randomized controlled trial. Eur J Clin Nutr 2006;60(1):9-17.
10. Meydani SN, Leka LS, Fine BC, Dallal GE, Keusch GT, Singh MF, et al. Vitamin E and respiratory tract infections in elderly nursing home residents: a randomized controlled trial. JAMA 2004;292(7):828-36.
11. Korant BD, Kauer JC, Butterworth BE. Zinc ions inhibit replication of rhinoviruses. Nature 1974;248(449):558-90.
12. Prasad AS, Fitzgerald JT, Bao B, Beck FW, Chandrasekar PH. Duration of symptoms and plasma cytokine levels in patients with the common cold treated with zinc acetate. A randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Ann Intern Med 2000;133(4):245-52.
13. Broome CS, McArdle F, Kyle JA, Andrews F, Lowe NM, Hart CA, et al. An increase in selenium intake improves immune function and poliovirus handling in adults with marginal selenium status. Am J Clin Nutr 2004;80(1):154-62.
14. Hawkes WC, Kelley DS, Taylor PC. The effects of dietary selenium on the immune system in healthy men. Biol Trace Element Res 2001;81(3):189-213.
Por: Medardo Rosales Estrada, MD
Pediatra y especialista en medicina biológica
Comentarios
es muy interesante el articulo sobre las infecciones respiratorias,pero seria mejor una llamada de atencion a los pediatras que son los que deberian checar mejor los sintomas de los niños ,en mi caso mi hijo se enferma mucho de infecciones respiratorias y de oido y lo peor es que tiene autismo por lo cual no es capaz de decirm tengo dolor a menos que ya tenga temperatura o este irritado se que algo no esta bien. mabel may