¿Cómo vivir para no enfermar?
El debate sobre la calidad en la atención en salud sigue candente. La queja más recurrente, es que los pacientes son atendidos en menos de 15 minutos y solo reciben medicación para calmar los síntomas.
La educación y prevención, sin embargo, está fuera de las agendas médicas. Es prioritario recuperar un óptica médica en la que el paciente sea el eje central, y cuya finalidad sea la biorregulación. Expertos hablan sobre este panorama.
Ir al médico por obligación es cada vez más recurrente. Según las cifras oficiales de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi), los colombianos van al médico, en promedio, cuatro veces al año, pero lo hacen cuando ya están enfermos (los hombres van menos que las mujeres).
Estos estudios demuestran que la prevención sigue siendo ajena a los colombianos y que el concepto de salud está abandonado en la sociedad. ¿Qué está pasando con la atención y labor médica? ¿A qué se debe que estemos más enfermos?
Al analizar la situación, puede verse que el paso que se dio de la medicina holística al reduccionista ha sido uno de los grandes responsables de este alarmante panorama.
“La medicina en sus orígenes era holística, pues veía al hombre desde una visión de la totalidad, es decir, en la relación indisoluble cuerpo-mente, con una clara asociación y dependencia de su entorno, tanto del social como del ecológico. La medicina ayurvédica clásica de la India, como la medicina ancestral de la China y la occidental hipocrática tenían este planteamiento”; explica el doctor O’Byrne.
No obstante, este concepto cambió alrededor del año 1700, cuando el filósofo francés René Descartes dio origen al reduccionismo, en el que rompió la visión cuerpo-mente hipocrática y se dedicó a mirar la estructura.
Tal concepción evolucionó hasta llegar al análisis del genoma, pero sin considerar el genoma de quién o cuál persona. Todo ello se traduce en la actual mirada de la salud que no tiene en cuenta al individuo en su integridad.
Es decir, la medicina holística, la medicina biorreguladora, la medicina biológica y la medicina ancestral perdieron terreno.
Se perdió, por ejemplo, la óptica preventiva propia de la medicina ancestral, y que promulgaba principios Hipocráticos, tales como: “vivir para no enfermar” y “Que tu alimento sea tu medicina”, entre otros.
Por el contrario, se privilegió al diagnóstico de los síntomas como el acto médico primordial; y este, además, supone la aplicación de un “protocolo terapéutico” idéntico para todas las personas… Pero se desconoce al paciente y de su forma de vida.
“Esta mirada reduccionista, mecanicista y analítica –dice el doctor O’Byrne– llevó a una acumulación de conocimiento muy impresionante para la evolución de la ciencia, pero también introdujo a la medicina en el camino del llamado ‘objeto despersonificado’, en el que el colega lee una radiografía y analiza un electrocardiograma –o los síntomas- sin relacionarlos con el sujeto”.
“Tal visión basada en la objetivación y la pérdida de la subjetivación –agrega– ha sido una de las consecuencias más importantes de la crisis dialéctica en medicina, pues en la actualidad –a pesar de todo el avance tecnológico y la altísima capacidad de diagnóstico– la humanidad está más enferma que nunca y la medicina convencional no está dando una respuesta adecuada”.
Esto significa que, cuando la medicina está orientada al diagnóstico de la enfermedad, se aleja del verdadero principio fundamental, que es mantener al paciente sano y potenciar su salud.
Si el médico se preocupa, principalmente, en enseñarle al paciente la importancia de la alimentación correcta, la necesidad de ejercicio y la prioridad del equilibrio mental y emocional, sin olvidar el cuidado del medio ambiente, la mayoría de las enfermedades crónicas degenerativas podrían prevenirse.
“Si al paciente –señala el especialista– que estamos a punto de abrirle el esternón para hacerle tres puentes coronarios, 20 años atrás le hubiéramos hablado de obesidad, estrés, cigarrillo como factor de riesgo y sedentarismo, lo más seguro es que no estaría en esa mesa de cirugía”.
Fármacos: los protagonistas
En este debate de la medicina holística tiene una visión integral del paciente, mientras que en la reduccionista, los medicamentos cumplen un papel protagónico.
Si bien como lo expresa el doctor O’Byrne, no se puede negar el beneficio y la importancia de la evolución de la investigación farmacológica para el manejo de patologías específicas, el peligro radica en la medicación de tipo supresiva, enfocada básicamente en el control de los síntomas.
Por ejemplo, la supresión de una fase excretora, como una diarrea, o de una fase reactiva, como la fiebre, podría llegar a ser más perjudicial que benéfica.
En opinión del especialista, con esta forma de medicación se puede enmascarar la verdadera naturaleza del problema, haciendo que tiempo después “nos explote en la cara” con la aparición de un daño estructural.
Al contrario, en la medicina de biorregulación (un concepto holístico), la terapéutica farmacológica está dirigida fundamentalmente al estímulo de la capacidad de autorregulación del organismo viviente, ya que en el remedio biológico.
“ El héroe” de la película es el paciente, que responde al estímulo brindado por el medicamento, pero, en el remedio químico, “el héroe” es el medicamento, que impone una acción sobre el organismo.
Paciente: eje del concepto holístico
Si bien es cierto que el concepto holístico de la medicina le aporta importantes beneficios a la salud de las personas, ya que las ve como un todo y no como una máquina, el paso más relevante en este campo debe darlo el paciente.
(Esto supone un paso hacia la medicina de la biorregulación, donde se prioriza el organismo por sobre los fármacos). Las preguntas no deben ser: ¿por qué el médico no me cura?,
¿Por qué ese medicamento no me hace ningún efecto? o ¿por qué sigo igual de enfermo? La pregunta debería ser: ¿cuál es la manera de vivir que debo adoptar para no enfermarme? Pues bien: no hay medicamento, médico o tratamiento más efectivo que el hecho de que el propio paciente asuma conscientemente su vida.
Somos nosotros quienes debemos modificar nuestros estilos de vida, para permitirle a nuestro cuerpo la restauración. Aunque la óptica reduccionista de la medicina ha afectado la atención en salud, y ha dejado del lado al paciente como sujeto individual, lo cierto es, que es este último el principal responsable de su salud.
Bien lo afirma el doctor Arturo O’Byrne: “El responsable de la salud no es el médico, ni la institución, ni siquiera la medicina; el único responsable de la salud es el propio paciente, quien debe asumir las riendas de su destino.
Por esto, uno de los papeles fundamentales del médico es el educativo. Debe hacérsele entender al paciente que la eliminación farmacológica de los síntomas en ningún momento representa un hecho curativo y que el mejor tratamiento de cualquier enfermedad es sin lugar a dudas el preventivo”.
Por: Paola Martínez Ocampo
Con la asesoría de Arturo O’Byrne Navia, MD, especialista en medicina biológica y homotoxicológica del Centro de Medicina Biológica Dr. O’Byrne de Cali
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