Autora: Dra. Gilma E. Garrido

Fecha:

Categoría: Actualidad

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Pensar y actuar: dos retos ‘adolescentes’

Pensar y actuar: dos retos ‘adolescentes’

La capacidad de pensar, reconceptualizar el pasado, sentir emociones y relacionarse con los demás, forma parte de lo denominado por los especialistas como ‘psiquismo’. Muchos jóvenes modernos han ‘malinterpretado o ‘deconstruido’ las características de este concepto y, por lo tanto aplican conductas ‘desadaptadas’, perjudiciales para ellos y los demás.

Sin el ánimo de estigmatizar a los muchachos, la psicóloga Blanca Mancilla, asegura que esas actitudes demandantes y exigentes de los jóvenes actuales les provocan graves problemas en la escuela, los hogares y el entorno; situación que los padres no saben manejar porque, principalmente, desconocen la aplicación de límites correctivos.

“El psiquismo está mal construido en buena parte de los adolescentes modernos, condición que no les permite frenar conductas erróneas y hacer la función de continente-contenido, concepto que se refiere a la capacidad adquirida para tolerar los afectos positivos y negativos, y darse tiempo para pensar antes de actuar”, asegura la especialista.

Atención a las alarmas

Con incapacidad a la hora de pensar, los adolescentes de clase media entre 12 y 16 años expresan sus afectos patológicos mediante la conducta del cutting, la cual consiste en hacerse daño deliberadamente y a escondidas, para superar la ansiedad, por ejemplo.

“Los afectos relacionados con el odio (voracidad, posesividad, celos, rivalidad, separación, envidia, frustración, sobreprotección, sadismo y agresión) se vuelcan contra ellos mismos, por lo que resultan autodestructivos”, añade la psicóloga.

Los chicos con este tipo de comportamiento desarrollan las siguientes conductas:

  • Pedir cosas materiales y manifestaciones afectivas sin descanso.
  • Limitar su asistencia a la escuela.
  • Exigir consideraciones especiales e inmerecidas.

Aplicar la contención

Según la doctora Mancilla, lo ideal es que los padres tengan la capacidad de contener los afectos negativos de sus hijos.

Un ejemplo para poner en práctica ese ‘efecto contención’ se produce cuando durante la crianza, el bebé aprende a introyectar el objeto que lo contiene: la mamá, que cariñosa y  cálidamente le retira el seno al bebé si éste la muerde al amamantarlo; en cambio, el tono emocional de un regaño o un “manazo”, no favorecen el crecimiento racional del pequeño.

Es la madre, en este caso, quien se encarga de la construcción psíquica de la criatura y por lo tanto, es la encargada de propiciar la forma de enfrentar los afectos patológicos y no patológicos.

Tome soluciones ‘pensantes’

“Si uno como hijo no supo incorporar la figura continente-contenido, ya adolescente, incluso adulto -de 30 o 50 años-, no podrá hacer la función de ser continente de sus propios afectos negativos y se colocará en una posición de riesgo que podrá llevarlo a realizar algo destructivo para sí mismo; por ejemplo, enojarse con el jefe y así poner en riesgo su trabajo”, asegura Mancilla.

Los afectos negativos se dan por igual en ambos géneros, sin embargo, los estudios determinan que los hombres son más refractarios a la psicoterapia y que las mujeres tienen más capacidad de buscar ayuda profesional.

“El modelo terapéutico para trabajar los afectos psicopatológicos se escoge según la capacidad mental del paciente. Si este tiene un aparato para pensar, le conviene el psicoanalítico; si no es capaz de hacer asociaciones, pero puede detectar sus modos de interacción, lo ideal es el sistémico”.

Con base en su experiencia en consulta privada y 35 años de docencia, la doctora Mancilla concluye que a partir de la patología de los afectos es como se desarrollan los casos de bullying, pandillismo juvenil y delincuencia.

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Más información
www.unam.mx

 

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