Autora: Dra. Gilma E. Garrido

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Categoría: En Consulta

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Las claves para detectar intolerancia a la leche de vaca

Las claves para detectar intolerancia a la leche de vaca

Por: Dr. Medardo Rosales Estrada M.D

En un artículo anterior a éste, expliqué que existe una susceptibilidad individual para la tolerancia a la leche de vaca y que esa tolerancia estaba dada, fundamentalmente, por la raza del individuo y por la salud del intestino.

Habiendo explicado el primer punto, en el presente me limitaré a explicar el segundo.

La halitosis crónica (mal aliento), la pirosis frecuente (agrieras o acidez), la “fatiga” o sensación permanente de hambre en el epigastrio, el hipo constante (de manera especial en el lactante), los eructos reiterados y la inapetencia (especialmente en el niño menor a los 4 años, consumidor de varias porciones de leche de vaca al día), suele asociarse a intolerancia a los lácteos en cualquier presentación (yogurt, queso, leche, etc.).

Todos estos síntomas o signos clínicos reflejan, de alguna manera, gastro-duodenitis (inflamación del estomago y del duodeno, la primera porción del intestino delgado).

El mal aliento se debe a la fermentación aumentada de este alimento en el intestino, producto de un sobre crecimiento bacteriano. No ha dejado de sorprenderme que muchos niños en sus primeros años de vida incluso en sus primeros meses tengan mal aliento.

Ninguno de estos signos o síntomas son normales, a ninguna edad, y mucho menos en los infantes. Su presencia debe advertir a los papás sobre intolerancia a la lactosa.

También suele sorprenderme cómo la inapetencia, común en los niños menores, suele desaparecer apenas se suspende la leche.

Debo confesar que nunca receto estimulantes del apetito, porque la mayor parte de las inapetencias suelen corresponder a malos hábitos alimenticios, entre los que figuran el exceso de lácteos y alimentos industrialmente preparados.

Los otros signos o síntomas sutiles de disfunción, o inflamación intestinal, son: flatulencia crónica (eliminación frecuente o excesiva de pedos), fetidez frecuente de la materia fecal, consistencia blanda de las heces de manera crónica o intermitente, pujo al defecar, heces con moco, defecaciones constantes (más de 3 al día, después de que la alimentación complementaria se haya establecido completamente), heces lientéricas (que elimina en las heces alimentos sin digerir), distensión abdominal de manera crónica.

La flatulencia y la fetidez de la materia fecal también son características de mala digestión de la leche, indicando que una cantidad variable de este alimento no es digerida sino fermentada en la luz del intestino.

Coincide, también, con sobre crecimiento bacteriano. El pujo al defecar, que puede ser por heces duras o grandes, sin importar que el niño defeque todos los días, tampoco es normal. Las heces frecuentes y con tendencia a ser muy blandas, o líquidas, indican un rechazo del intestino a este alimento.

Es importante que los papás tengan en cuenta estos signos y síntomas sutiles, porque su presencia en el niño (ni en el adulto) es normal y debe advertir la incubación temprana de una enfermedad mucho más grave en el futuro.

Por ejemplo, el síndrome de intestino irritable, la enfermedad de Chron (diarreas crónicas con dolor) y el síndrome de dismotilidad intestinal (dolor abdominal, distensión abdominal, trastornos de evacuación, a veces con diarrea otras con heces duras, reflujo gastro-esofagágico, etc.)

Problemas que han aumentado enormemente en el adulto joven. Y algo más: la inflamación intestinal es la causa inicial de las alergias respiratorias del niño. En el caso de la niña, un intestino inflamado suele ser causa de flujos vaginales crónicos, y en el de la adolescente de flujos fétidos y dolores pélvicos crónicos.

El hecho es que el intestino posee comunicación inmunológica con las vías respiratorias y genitourinarias, de tal manera que la inflamación intestinal se transfiere a ellas, produciendo las enfermedades mencionadas.

Sin embargo, la leche sigue siendo un alimento importante como fuente de proteínas, vitaminas y calcio, y el niño y la familia entera pueden hacer uso de Ella, siempre y cuando se tenga en cuenta el consumo inteligente de la misma, concepto que se desarrollará en un próximo artículo.

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