Autora: Dra. Gilma E. Garrido

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Categorías: Medicina BiológicaTu Salud

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El hígado: ¿Cómo vivir para no enfermarse?

El hígado: ¿Cómo vivir para no enfermarse?

La población suele prestar especial cuidado al cerebro y al corazón como órganos vitales. Sin embargo, hay otros que resultan igualmente fundamentales en la preservación de la salud. ¿Qué tanto cuidamos el hígado?

En marzo de 2011, el XXVII Simposio Internacional de Medicina Biológica, de Heel, puso sobre la mesa uno de los temas que más importancia han cobrado en los últimos tiempos: el hígado como la central bioquímica de regulación.

Esto significa, como lo demuestran diversas investigaciones a nivel mundial, que el hígado es un órgano de suma relevancia para lograr el equilibrio y la salud, por lo que muchas veces puede ser el punto de partida de distintas enfermedades.

Al respecto, Arturo O’Byrne Navia, médico cirujano, experto en medicina biológica, homeopatía, homotoxicología, terapia neural, acupuntura y terapia metabólica del cáncer, explicó la relación de las diferentes enfermedades y de la salud con el hígado.

“Hoy en día, no existe el concepto de vivir sanamente. Por eso estamos perdiendo la guerra contra el cáncer. Entonces, es vital recordar lo que se preguntaba  Hipócrates: “¿Cómo vivir para no enfermar?”.

Con este análisis, lo que el doctor O’Byrne Navia quiere dejar en claro es la necesidad de retomar el enfoque: estilo de vida-salud, que ha sido descartado desde que la medicina pasó del holismo al reduccionismo, y empezó a considerar la enfermedad como un hecho aislado y específico, dejando de ver al ser humano como un todo interconectado.

Debido a ello fue que la medicina biológica y la biorregulación nacieron para estudiar y tratar al ser humano como un ser unificado, en el que la enfermedad está totalmente ligada con la forma de vida.

De allí que sus tratamientos se enfocan, entre otros, en los procesos de detoxicación o limpieza de las “impurezas”. Y es en este punto, precisamente, donde el hígado toma un papel relevante a la hora de tratar las distintas enfermedades del cuerpo.

Las funciones que el tubo digestivo y el hígado cumplen ayudan a explicar por qué, si estos órganos están enfermos, la salud de la persona se verá seriamente afectada.

El órgano más “camellador”

En términos generales, el hígado cumple cerca de 500 funciones en el organismo. Toda la sangre procedente del intestino se dirige hacia el hígado por la vena porta y, allí, las toxinas pueden metabolizarse y hacerse inofensivas o convertirse en hidrosolubles para su excreción.

Infortunadamente, el tubo digestivo se ve agredido por la forma en que vivimos: el consumo de fármacos, sustancias tóxicas que provienen del aire, los malos alimentos, el tabaco, el alcohol, los humos industriales, los metales pesados y el estrés.

Esto significa que “el estilo de vida tiene un efecto devastador sobre el revestimiento digestivo y contribuye significativamente a las enfermedades sistémicas. Toda la sangre del tubo digestivo drena hacia el hígado, lo que producirá una sobrecarga de material tóxico si el tubo digestivo está demasiado permeable. Por consiguiente, la detoxificación y el drenaje son pilares del tratamiento biológico” (Academia International para la Homotoxicología).

Entonces, como se puede ver, el hígado es el receptor de muchas toxinas, lo que puede afectar severamente sus funciones. Primero, este órgano es el de mayor capacidad y diversidad para metabolizar cualquier sustancia química ajena al organismo. Sumado a ello, cumple funciones metabólicas, llevadas a cabo por los hepatocitos, que son responsables del metabolismo de las grasas, carbohidratos y proteínas.

En cuanto a la función excretora, el hígado es una vía de excreción para el colesterol y la bilirrubina. Así mismo, tiene una función inmunológica, ya que permite el transporte de inmunoglobulina a la mucosa intestinal. Además, no hay que olvidar que el sistema digestivo da la mayor fuente de antígenos al organismo.

La biotransformación (detoxicante) es otra de sus grandes tareas: los productos extraños son modificados en su actividad, convertidos en elementos más hidrosolubles y eliminados por la bilis y la orina. En sí, cada célula hepática puede procesar más de mil sustancias. Por ello, todo tratamiento biológico –sin importar la enfermedad– debe incluir un gran estímulo depurativo al hígado.

En definitiva, un hígado que no funciona bien, que está enfermo o es lento, deja de cumplir a cabalidad sus funciones y no logra procesar las toxinas a la velocidad necesaria y, así, se acumulan en la sangre, causando enfermedades.

La medicina biológica en busca de la biorregulación

Los tratamientos antihomotóxicos están encaminados a prestar apoyo al organismo para lograr su correcto funcionamiento. En esta medida, laboratorios como Heel han puesto al servicio de los pacientes medicamentos enfocados hacia la biorregulación de las funciones del hígado.

En muchos de estos medicamentos, hay componentes funciotrópicos que activan la función hepática (órgano detoxificador) y protegen los hepatocitos frente al daño que podrían causarles ciertas homotoxinas. Igualmente, tienen efecto inmunomodulador en el hígado y sirven como apoyo hepatocitario y hepático.

Otros medicamentos producen efectos antioxidantes y antiproliferativos, o prestan apoyo a la vesícula biliar o el flujo de bilis. En términos generales, lo que este tipo de medicamentos busca no es atacar un problema, sino ayudar al organismo a cumplir sus funciones o a recuperarlas para conseguir un buen estado de salud.

Todo ello, sin causar efectos secundarios. No obstante, lo realmente fundamental a la hora de preservar la salud o tratar una enfermedad es creer en el autocuidado: “Vivir bien para estar bien”.

Un estilo de vida que no le aporte grandes cantidades de toxinas al cuerpo, puede ayudar a las personas a evitar graves problemas de salud. Ser conscientes de lo que ingerimos y de cómo vivimos es la primera medida terapéutica. Cuidar el hígado como central de vida puede ser la cura para muchos males.

Más información

Centro de Medicina Biológica y Estética Gilma E. Garrido
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