Autora: Dra. Gilma E. Garrido

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Categorías: ActualidadMedicina Biológica

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Constelaciones familiares

Constelaciones familiares

La condición humana es tan compleja que nuestras enfermedades pueden ser el resultado de problemas no resueltos en generaciones pasadas. Las constelaciones familiares buscan entender el pasado para sanar desde adentro.

¿Qué pensaría o sentiría usted si el médico le dice que el problema de su tiroides tiene que ver con un bisabuelo desaparecido que jamás regresó, o que su grave rinitis está relacionada con un proceso de divorcio no superado?

Este es el diagnóstico que puede resultar luego de recibir una terapia de constelaciones familiares, la cual busca entender qué hay en nuestro pasado o presente que nos impide estar bien mental y físicamente.

Lejos de lo que podría pensarse, no se trata de una sesión de hipnosis, sino de un proceso basado en la teoría del campo mórfico (ver recuadro).

Juan Fernando Arango Maya, médico familiar y bioenergético-homeópata, nos explica de qué se trata esta teoría: “estamos inmersos en una familia que se organiza o desorganiza a lo largo de la vida.

Al formar parte de dicho clan o sistema, heredamos la carga genética y la bioenergética. Es decir que todo lo que haya pasado en el sistema familiar, así sea hace siete mil años atrás, nos va a marcar en nuestra vida. Todo lo sucedido es una información que se guarda en el campo mórfico o del inconsciente colectivo”.

En los campos de medicina biológica, natural y alternativa, este concepto forma parte del enfoque holístico, pues es una herramienta que permite analizar –desde ese orden o desorden del sistema familiar– qué está pasando a nivel de nuestro cuerpo físico y emocional. Esto quiere decir que las constelaciones pueden ser aplicables para tratar enfermedades físicas y otras circunstancias como los duelos, las adicciones, los ciclos no cerrados con parejas, la prosperidad y las empresas familiares.

Para ello, las constelaciones familiares trabajan sobre la teoría general de sistemas que se basa en tres pilares: el vínculo, el orden, y el equilibrio entre el dar y el tomar. El vínculo dice que todo ser humano necesita sentirse perteneciente a su familia, y cuando esto no resulta así se rompe o desequilibra el sistema; “por ejemplo, en la familia hay una persona que delinquió, así que los demás miembros deciden sacarla, excluirla.

Ese sistema, entonces, se desorganiza y no descansa hasta que esa persona (muerta o viva) vuelva a ser incluida; esto puede durar generaciones, afectando a todas las personas de la familia”.

El orden indica que en todo sistema hay jerarquías. En una empresa, por ejemplo, hay un orden: el presidente, el gerente y el empleado; así mismo ocurre en la familia. Estos “puestos” son vitales, ya que el lugar que ocupamos determina nuestros sentimientos, pues un hermano menor nunca es igual al mayor.

“A veces –explica el especialista– las jerarquías se desordenan porque hay alguien que se fue, que murió o que no cumple con su papel. Está el hijo mayor que asume el papel del padre fallecido. En este punto, se comienza a generar un desorden en el sistema familiar y, mientras no se restablezca, las cosas no van a funcionar bien”.

Finalmente, el dar y el tomar afirma que en todo sistema se debe dar y recibir en la misma medida, porque, si en una relación alguien da más de lo que recibe, el sistema se rompe (la única relación que no funciona así es la de padres e hijos, ya que es imposible dar lo mismo que se recibe; pero de resto todas las relaciones funcionan bajo este parámetro). Cuando en un sistema no existe la misma compensación, el orden se pierde.

¿Cómo funciona la terapia?

Bajo estos tres pilares se realiza la terapia de constelaciones familiares, la cual se puede entender como un modelo de psicoterapia breve. Se reúne un grupo de personas que no se conocen entre sí y cada una de ellas (los “constelados”) lleva un tema específico que desea solucionar (por ejemplo, quiere saber por qué tiene enfermedad tiroidea o por qué ningún negocio le sale bien).

El “constelador” le pregunta al constelado cuál es su tema por solucionar, le hace algunas preguntas adicionales y luego le pide a las demás personas que están allí que representen diferentes personajes: el papel del padre, de la madre o las partes del organismo del constelado. La persona o constelado se sienta y observa cómo actúan los demás, y el constelador va analizando, junto con él, qué está pasando allí.

“El paciente –agrega el doctor Arango– se sorprende porque personas que no lo conocen son capaces de representar su vida. Todo esto se logra gracias al principio de resonancia de los campos morfogenéticos, que sostiene que todos los seres humanos estamos conectados a nivel inconsciente, por lo que es posible representar personas que no conocemos”.

De esta forma, el constelado puede entender cosas que están en el inconsciente y que no sabe. Un enfermo de cáncer puede estar cargando con el suicidio de un tío abuelo muy cercano a él, sin saberlo, o bien se pueden descubrir quiebres en vínculos que se desconocían Las constelaciones le permiten descubrirlo.

También, el constelado puede entender que sus relaciones de pareja no le funcionan porque lleva tiempo haciendo el papel del padre, aun siendo el hijo menor. Cuando la persona entiende o hace conciencia de qué es lo que está sucediendo, pasa a agradecer, a perdonar, a decir frases sanadoras y a realizar demás actos liberadores.

Como lo explica el especialista: “Dicha experiencia produce en el constelado una liberación, claridad, orden y equilibrio. Y esto, en el campo de la medicina, tiene toda la lógica, ya que toda enfermedad indica alguna falla del sistema familiar. Aunque nos sorprenda, el cuerpo es una expresión física de algo que sucede a nivel energético. Por eso, al entenderlo, se inicia una sanación. Cuando tomamos conciencia, sanamos”.

Pese a que las constelaciones familiares son una forma de sanación para cualquier momento de la vida, esta época de Navidad y cierre de un año “viejo” se convierte en una oportunidad para comenzar una nueva etapa sanando el cuerpo y el alma, y así dejar que las buenas nuevas entren a nuestras vidas.

Más que genética, energía

El campo mórfico es un concepto acuñado por Rupert Sheldrake (nacido en 1942), un controvertido biólogo, filósofo y autor británico. Éste pretende definir la existencia de un patrón o estructura energética que sería la que organiza la vida de los miembros de todas las especies existentes, y que se encargaría de “informar” a las células sobre cómo deben disponerse para formar al individuo de cada especie. Es decir que se trata de un campo que trasciende la genética como está contemplada en la medicina tradicional.

El campo mórfico no está en los genes, sino en el exterior de cada individuo. Según Sheldrake, en los campos mórficos residiría buena parte de lo que actualmente llamamos instinto; también sería la fuente u origen de los sentimientos religiosos o místicos.

En suma, el campo mórfico no pertenecería al mundo físico, sino que sería inmaterial y constituiría una especie de memoria colectiva. Es un tema complejo que, entre otros, plantea que todos estamos ligados y que lo que pasa en el mundo y con las demás personas (especialmente las del sistema familiar) nos afecta de forma directa.

Con la asesoría de Juan Fernando Arango Maya,
Médico familiar y bioenergético-homeópata
Centro Médico Dalí, juanferarango@yahoo.es

 

Comentarios

  • deseo saber aquí en rosario donde puedo con estelar gracias Carmen

  • esto coincide con muchos aspectos difíciles de explicar, para la ciencia. Luis Segura Lafarja

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