Colombia Chef, Un hombre Franco

Un “hola papá” en un marcado acento costeño lo delata. Franco Basile es un colombiano más. Vive en el centro de la Boquilla (al norte de Cartagena) en el único edificio de este pequeño municipio costero.

Hasta allí llega los domingos en la mañana doña Toña y le vende el Pargo, recién pescado, para los almuerzos en familia.

Hasta allí llegan también sus amigos más cercanos. Los que tienen el privilegio de compartir junto a uno de los mejores chefs del país su comida favorita: la de su esposa.

Franco Basile nació en Sicilia, la isla más grande del mediterráneo, al sur de Italia. Heredó el amor por las pastas y el carácter de “isleño” así se define que lo hace admirar el mar.

Fue chef en París, en Miami, y hace siete años llegó a Colombia para quedarse. Su bautizo: una bandeja paisa con submarino –aguardiente con cerveza a las diez de la noche el día de su llegada. Una combinación que lo marcó y que reconoce como el plato de los colombianos.

Hace dos años aterrizó en Cartagena invitado por el Hotel Hilton para ser su Chef principal. “Es bacanísimo vivir al lado del mar”, dice. Desde acá, también presenta su segmento en Noticias RCN que hace que la gente lo quiera. Hoy tiene grabación: Crepe con salsa. Todos quedamos antojados.

Sabor a albahaca

Esta claro: albahaca, ajo, cebolla, tomate y aceite de oliva son los ingredientes infaltables en los platos de Franco Basile. Su innovación más reciente fue la de ñoquis con papa criolla y raviolis rellenos con chorizo.

Combinaciones exóticas que evidencian su origen y su cotidianidad. Menús innovadores que muestran su exploración artística.

“Un pintor no te dice que va a pintar mañana o la semana entrante. La comida es un arte y se crea con la intuición” asegura.

Como buen artista, comparte su experiencia: en este momento prepara un libro de 130 recetas que será editado por Villegas. Además, tiene un sitio web www.francobasile.com donde comparte sus secretos y lleva con orgullo una chaqueta de Colombia Chef, con su firma de autor en el corazón.

Por: Mariné Moré