Autora: Dra. Gilma E. Garrido

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Categoría: Nutrición al Día

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5 enemigos invisibles de su dieta saludable

5 enemigos invisibles de su dieta saludable

“Cuando una galleta se anuncia como “rica en fibra, calcio y omega-3”, podemos estar casi seguros de que tendrá mucho azúcar, mucha sal -sí, las galletas tienen sal-, y pocas vitaminas. Y es que, a la hora de comer sano, estamos rodeados de ‘amistades peligrosas’ invisibles y difíciles de identificar”, asegura el nutricionista Julio Basulto.

Lo que especifica el experto en su libro ‘Secretos de la gente sana’ es que para llevar una dieta saludable no solo hay que fijarse en lo obvio, sino en aquellos detalles más difíciles de reconocer.

“Es normal la preocupación de las personas por consumir frutas y verduras, evitar el abuso de los dulces y minimizar el consumo de grasas de origen animal. Sin embargo, para llevar una dieta sana es preciso no quedarse solo con lo elemental, lo sabido y lo fácil de reconocer, sino estar atentos a otros detalles importantes, como los enemigos invisibles de los propósitos saludables”, explica el nutricionista.

Seleccione los alimentos pertinentes

Aprender a distinguir cuáles son los alimentos adecuados es clave para configurar la dieta habitual y no caer en las ‘trampas anti-salud’ a la hora de alimentarse. Son cinco enemigos secretos los que se mimetizan en una dieta supuestamente saludable y logran hacer mucho daño. Son descritos de la siguiente manera por el doctor Basulto:

  1. El tamaño de las raciones. Las porciones de alimentos que se consumen actualmente han aumentado de forma exagerada en los últimos años, lo cual se traduce en una mayor ingesta. El tema es preocupante, porque las necesidades energéticas no han crecido en paralelo al aumento de energía consumida, lo que se refleja en un ingreso de calorías superior al gasto. Este exceso se almacena en forma de grasa corporal.
  2. El tipo de grasas. Cuando se lee en una etiqueta «bajo en grasas» o «sin grasas», se piensa inmediatamente que se trata de un producto saludable. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Las grasas no son, por norma, malas. En realidad, este nutriente es imprescindible para múltiples funciones del organismo, y según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y Nutrición (EFSA), del total de calorías consumidas a lo largo del día, entre el 20 y el 35% debería provenir de este nutriente.
  3. ¿Es integral o enriquecido con fibra? Estos dos conceptos no son sinónimos. Refinar los cereales (arroz y trigo, por ejemplo), es decir eliminar la capa externa que recubre el grano, supone perder la mitad de las vitaminas de los minerales y de la fibra que contienen dichos cereales. De esta manera, el pan blanco o la pasta y el arroz refinados son menos nutritivos y también menos saludables. En esta línea, la recomendación de las instituciones sanitarias es que se prioricen los cereales integrales, que no son equivalente a «enriquecidos con fibra», ya que si bien aportarán más cantidad de esta, no sucede lo mismo con las vitaminas, minerales y sustancias fitoquímicas.
  4. ¿Dónde está la sal? Este condimento presente en casi todos los alimentos procesados, supone, consumido en exceso, un factor de riesgo clave en la hipertensión y en la enfermedad cardíaca. Es importante saber que solo el 25 al 30% de la sal que ingerimos es añadida por nosotros mismos de forma voluntaria. El resto procede del consumo de alimentos cotidianos como el pan, la bollería, los cárnicos y derivados, los quesos, las salsas, las conservas, los platos precocinados, etc.
  5. El etiquetado de declaraciones nutricionales. un producto puede etiquetarse como «light», «ligero» o con «valor energético reducido» si las calorías se han disminuido, como mínimo, en un 30%. Pero esto no es claro, sobre todo si el producto original era muy rico en calorías (grasas, y azúcares).

Más información
www.juliobasulto.com

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