Autora: Dra. Gilma E. Garrido

Fecha:

Categoría: Actualidad

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Exceso de información e internet

Exceso de información e internet

El acceso a la información es uno de los grandes beneficios de la sociedad actual. Pero debemos ser precavidos pues la carga informativa llega a ser tan pesada, que puede ‘infoxicarnos, producirnos distanciamiento de la realidad –trastorno esquizoide- y como problemas en la adaptación, como el infoautismo. Debemos recobrar el conocimiento de nuestro entorno, de quienes nos rodean y de nosotros mismos, según los principios de la medicina alternativa.

Bill Gates, defensor acérrimo de la carrera de la información, sostiene:

“La Internet facilita la información adecuada, en el momento adecuado, para el propósito adecuado”. Nada más cierto. Las sociedades tienen acceso a todo tipo de contenidos en tiempo real. Por ello, es común escuchar que los niños nacen aprendidos y que los jóvenes lo saben todo, en tanto que los adultos celebran esta capacidad como una gran cualidad.

Esta ventaja competitiva que tienen las nuevas generaciones ha permitido educar personas más preparadas y con mayor conocimiento en diferentes saberes. Sin embargo, detrás de este acelerado y fácil acceso a la información se esconden riesgos en el desarrollo del individuo. El obtener información de manera desenfrenada puede ser altamente tóxico.

A la hora de hablar del poder negativo que ofrece la sobrecarga de información es necesario analizar los medios de comunicación, y en especial, a la televisión. Ésta tiene el poder de ingresar a la vida de las personas a diario y durante toda su vida, repercutiendo significativamente en la personalidad del ser humano.

“Básicamente, esta es una manera de restarles criterio propio a los jóvenes, ya que la posición de algunos medios de comunicación, como la televisión, es alienante. Es decir, que este medio no invita a la reflexión propia ni al análisis de las situaciones cotidianas de la vida. Por ejemplo, un recurso muy pobre de la TV es el agotado libreto de las telenovelas, en el que se ‘vende’ una serie de antivalores y de desgatados modos de vivir el amor, las relaciones de pareja, la amistad y el mundo laboral. Por eso, la información puede volverse intoxicante, cuando es banal, mercantilista, y cuando no ofrece un apoyo científico real”

Explica la psiquiatra y terapeuta Mónica Avendaño.

Debido a este tipo de contenidos –que suelen ser repetitivos en la TV–, los jóvenes están perdiendo la capacidad de tener criterio y personalidad propios. Carecen de modelos sanos de identificación, lo que les dificulta crear una identidad. Y todo esto desemboca en una imposibilidad para relacionarse, establecer contactos perdurables, sanos y, sobre todo, de verdadero afecto.

Generación de ‘autistas’

Además de estar en presencia de una sociedad alienada, en la que “nos enseñan a pensar y a ser iguales”, la información excesiva y mal encaminada también le ha dado vida, según la especialista, a una generación de “autistas”. Debido a la Internet, a las redes sociales, a los chats y a todo este tipo de canales, se ha visto que, aunque las personas “hablan” con su grupo de compañeros o familiares, sus ojos y gran parte de su atención se encuentran, al mismo tiempo, pendientes de la pequeña pantalla de sus teléfonos celulares.

Así, no alcanzan a conocerse realmente entre ellos, porque su relación simplemente está interrumpida por la conexión virtual que mantienen con otros o con otro mundo. Este –dice la experta– “es un comportamiento esquizoide, es decir, las personas permanecen solas, pese a que estén en medio de la presencia física de otros seres humanos”.

Sumado a todas estas consecuencias, está el hecho de que gran parte de la información circulante tiene el defecto de ser “extensa, pero superficial”; así, las personas pueden estar “informadas”, pero con poca profundidad, y esto, sin duda, resulta peor que la desinformación.

Las enfermedades informativas

A las implicaciones sociales que trae el estar hiperinformado o conectado, se suman las enfermedades que este fenómeno puede causar en las personas, especialmente en los jóvenes. La información virtual puede enfermar básicamente por dos razones. Primero, porque las personas no se relacionan directamente con un modelo activo (un docente), lo que les impide definir cómo y cuándo utilizar la información recibida. Y, por otro lado, al no contar con este apoyo (docente), no logran comprender el valor real que tiene un determinado aprendizaje. Sin guía, los jóvenes no saben qué hacer con la información obtenida, y tampoco consiguen establecer si el contenido hallado es “bueno”, “malo”, “verdadero” o “falso”.

En segunda instancia, la información virtual hace que la persona se relacione con el mundo desde el anonimato (detrás de una pantalla), creando una identidad propia e ideal, pero no real. El individuo puede aparecer sociable y extrovertido, cuando realmente es introvertido y tímido. Se crea un mundo que no es real. Todas estas razones son las que llevan al desarrollo de dos enfermedades principales: infoautismo y trastorno esquizoide, o de adaptación.

El infoautismo es el desarrollo artificioso de un mundo propio, irreal y con personajes “sin rostro”. Este mundo existe en la virtualidad de la pantalla, de tal manera que el desarrollo emocional de los individuos transcurre a nivel “mental” o “virtual”, y no en la realidad.

El trastorno esquizoide se presenta cuando, a consecuencia de toda la ficción desarrollada en el mundo virtual, a las personas se les dificulta adaptarse a relacionarse con el mundo y a interactuar con los demás. No hay conocimiento de los otros, del entorno, ni de sí mismo.

Por todo ello, hay que considerar que el acceso descontrolado a todo tipo de información es sano. Si bien no se pueden satanizarse las nuevas tecnologías ni la información, es necesario aprender a seleccionar la información y a filtrar sus contenidos.

Más allá de esto, lo que realmente sirve para desintoxicar la mente es volver a darle espacios y tiempo a las actividades cotidianas que no implican permanecer embebidos en el mundo virtual. Asumir al ser humano en todas sus orbitas, y propender por su desarrollo y crecimiento como lo prescribe la medicina alternativa.

Apagar el televisor, desconectar el dispositivo móvil, no abrir la revista y pasar un día desinformados, no son pecados capitales. Es una vía de desintoxicación.

Por: Paola Martínez O.
Con la asesoría de Mónica Avendaño Tafur, psiquiatra y terapeuta

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